lunes, 6 de abril de 2015

Sistema Educativo (1930 -1945)

 

En los años treinta, la crisis económica y política permaneció en el país. La primera duraría poco. La segunda,en cambio,  abrió una etapa en la que se sucedieron los golpes militares y “revoluciones” que pusieron entre paréntesis el consenso liberal.

La crisis económica mundial, el ascenso de los movimientos ideológicos totalitarios en Europa, repercutieron en la vida política en Argentina, conectándose con las tradiciones locales. Crecientemente, los espacios educativos y culturales se dividieron a raíz de la lucha política.

Distintos sectores intentaron reformar el modelo educativo en concordancia con sus perspectivas ideológicas. Las corrientes nacionalistas, liberales y de izquierda lucharon a raíz del contenido otorgado a los planes educativos, los métodos pedagógicos y la formación docente. Pero fueron los sectores nacionalistas quienes predominaron en la conducción de la educación.

Estos grupos proponían una organización corporativa de la sociedad, se oponían a la democracia y creían que la solución a la crisis radicaba en un orden asentado en las instituciones tradicionales –la nación, la familia y las agrupaciones profesionales- y en una sociedad jerárquica. En consonancia, la reforma de la educación tuvo un lugar destacado en el intento nacionalista de reformular la sociedad argentina.


El intento de desterrar el laicismo y promover una educación religiosa fue uno de los ejes de la política y de las luchas educativas de este período. La celebración del Congreso Eucarístico (1934) en Buenos Aires contribuyó a reposicionar a la Iglesia en la escena política nacional, en un contexto político en el cual los grupos nacionalistas proponían que el país regresase a las tradiciones hispánicas y jerárquicas de la sociedad colonial.

La dirección del Consejo Nacional de Educación recayó en hombres vinculados en un principio a la corriente espiritualista, quienes sostenían la importancia de crear una escuela que no sólo preparara para la vida práctica, sino también que apostara por el desarrollo de la esencia espiritual del hombre. Juan B. Terán, presidente del Consejo, fue uno de las personalidades más destacadas en la implementación de esta corriente. Un poco después, Jorge Coll y Gustavo Martínez Zuviría fueron quienes dirigieron la política educativa, figuras claramente ubicadas en filas católicas y nacionalistas.

La orientación de la enseñanza se tornó nacionalista, patriótica y moralizante en un grado que no había adquirido anteriormente. Dada esta orientación nacional, la educación debía plasmarse en el desarrollo espiritual de los niños y en la educación de utilidad práctica. Renegándose de lo que se llamaba el “academicismo de la cultura enciclopédica”, se propuso una educación donde la escuela era vista como centro de trabajo intelectual y vital.

Las ideas de los sectores nacionalistas le imprimieron un signo propio a las políticas educativas que derivaron en una reforma de los planes de estudios (1935) y una nueva reglamentación para el uso y selección de los libros de lectura y de texto (1933). La intención de reglamentar y regularizar bajo nuevos parámetros la educación, se expresó, también, en un proyecto para unificar las escuelas de todo el país bajo la autoridad del Consejo Nacional de Educación que, finalmente, no prosperó.

Así, el triunfo de estos grupos produjo un quiebre en las políticas educativas, por lo que se atacaron las bases de la educación laica, se intervinieron las Universidades y el Consejo Nacional de Educación y se persiguió a maestros y profesores por sus posiciones políticas.


            Con el agotamiento del positivismo surgió el espiritualismo que apuntaba a una educación integral: cuerpo, mente y alma. De esta forma, la escuela tradicional comenzó a perder espacio y ese lugar fue ocupado por la denominada “Escuela Nueva”, que se encargaría de centralizar la educación en el alumno y en el rescate de las posibilidades con las que cuenta él mismo para “el hacer”.

La pedagogía innovadora comenzó a contar con nombres propios como José Rezzano, que influenciado por John Dewey, coloca en debate la concepción de una educación integral formando ciudadanos para el mercado laboral, Clotilde Guillén de Rezzano, que introduce la pedagogía de Decroly, las hermanas Olga y Leticia Cossettini, Florencia Fossatti, Delia Etcheverry, Aníbal Ponce y el uruguayo Jesualdo, entre otros.

Las ideas de renovación que circularon por las aulas, se vieron siempre acompañadas de ritos escolares como por ejemplo las marchas militares, los desfiles escolares y la veneración a los héroes nacionales entre otros, buscando de esa forma la educación del nuevo ciudadano.

La vida en las escuelas no fue ajena al clima político del país. A partir de los años treinta, convivió en las aulas una tendencia a la experimentación pedagógica con otra corriente de cuño autoritario. La vida cotidiana de maestros y alumnos se debió ubicar en algún lugar de estos dos extremos que varió en cada situación específica.



Por un lado, las corrientes de la escuela nueva apelaban a la libertad y la iniciativa de niños y docentes en el proceso educativo. Por otro, la crisis del sistema político y el nacionalismo condujeron a dar un nuevo sentido a la regulación y el orden de la actividad escolar.

La persecución de maestros por su filiación política estuvo acompañada de un control incisivo sobre la actividad cotidiana de los maestros. Esto significó una mayor normalización de la práctica docente, un reforzamiento de las reglamentaciones que pautaban la vida escolar, y un mayor control directo de las jerarquías educativas sobre los maestros.



Reportaje de "La Razón" a Alvear - 22 de junio de 1939



... El secretario del doctor Alvear sale a recibirnos y nos pide que aguardemos un
momento. Mientras tanto echamos la mirada a un tapiz. Representa la escena
de una batalla. Un centurión galo parece amenazarnos con la espada. El tapiz, con
sus figuras amarillentas, parece confiar acaso el resultado de la lucha indecisa al filo del "gladium"... Entra el jefe delradicalismo con un "¿Cómo está?" Esa sola frase y un ademán nos llevan a un ángulo y prolongan la conversación. [Periodista] - Después de haber entrevistado los hombres del gobierno, hemos querido ver a los jefes de los partidos...
Nos interesaría, por ejemplo, saber a dónde va el radicalismo.
[Alvear] - ¿Dónde va y qué busca el radicalismo? Se ha dicho con mucha frecuencia, pero coincidiendo siempre: busca la normalización del país y la fraternidad entre todos los argentinos, sobre la base del respeto a la ciudadanía. Pero hay cosas importantes sobre las cuales no se ha hablado bastante: me refiero a la penetración de las ideas totalitarias.
[Periodista] - ¿Considera usted que esa penetración tiene importancia?
[Alvear] - Si: más de lo que la gente cree. Y la culpa d e que esas ideas se difundan, latienen quienes no han sabido ser fieles al espíritu de la democracia; quienes, para permanecer en el gobierno, han hecho caso omiso de la voluntad popular, apelando al fraude... Esto ha suscitado desconfianzas en el ciudadano y lo ha retraído de los comicios...
En muchas partes, como es de pública notoriedad, el pueblo no ha podido votar ni elegir según sus derechos y preferencias. Pareciera que la clase dirigente ha querido imponerle soluciones y esa clase dirigente, no ha encontrado el modo de servir a grandes ideales. De ahí la desconfianza que reina en torno a algunos hombres políticos.
Pero, felizmente, el país posee una auténtica clase media y un pueblo que no ha perdido sus reservas morales. Viajando por las provincias, especialmente por las provincias del
Norte, he visto a esos hombres emponchados del interior, amontonarse en las grandes asambleas populares... Yo tengo confianza en esa fuerza...
Se ha puesto en duda a la democracia, últimamente. Yo no dejo de reconocer que ella tiene sus defectos. Pero considero que ellos son infinitamente menores que los que incuba y sufre cualquier otro sistema. Supongamos que Hitler y Mussolini tomarán un camino extraviado y anormal –que para mí ya están en él-- ¿quién podría detener el frenesí de su poder desatado y las arbitrariedades que cometiesen en el ejercicio sin freno de su voluntad? En cambio ahí está el ejemplo en Francia. Hace algún tiempo se temió que en Francia pudiera imponerse el comunismo. Banderas rojas, huelgas,agitaciones, contribuían a formar un cuadro bastante inquietante. ¿Y qué hizo Francia?
¿Recurrió a la revolución o a la dictadura? Le bastó un voto del Parlamento y un cambio de gabinete. Eso es la democracia y por eso yo creo en ella.
El mal nuestro radica, a mi juicio, en que nuestros hombres en general, no miran sino el presente. Han perdido la noción del mañana; dan la sensación de estar de paso... Ese estado de espíritu impide pensar en el futuro. El que proyecta una obra pública, quiere inaugurarla él mismo, como si las obras públicas fueran destinadas a servir sólo a la generación en que se actúa. Pero quiero recordar el pensamiento de un escritor célebre: "el tiempo sólo respeta la obra que se hace con su concurso".Recordemos a Rivadavia,
Sarmiento y Avellaneda: tres soñadores a quienes llamaron ilusos sus contemporáneos, pero cuyos sueños resultaron más realidad que la que concibieron los positivistas que los combatieron... Esos hombres pensaban por encima de su generación. Miraban hacia la eternidad de la patria. Se diría que el país ha ido perdiendo grandeza a medida que ha ido creciendo. Se ha achicado racialmente, espiritualmente y también desde el punto de vista político. Racialmente, porque asistimos a un problema antes desconocido: el de la denatalidad y la despoblación que se acentúa. Espiritualmente, porque pareciera que ya no pensamos con amplitud, con generosidad. Políticamente, porque sólo se piensa en el poder y no en la utilización del mismo para servir a los intereses generales. Así vemos limitar la entrada al país de los inmigrantes extranjeros. Una gran parte de nuestros hombres políticos destacados fueron o son hijos de inmigrantes en primera generación. Esos extranjeros se han adaptado al país y lo han enriquecido. Pero ahora, como se piensa en pequeño, las puertas se cierran. Pero tampoco realizamos lo suficiente para el hijo de la tierra. En mis viajes a través de la República he visto niños descalzos, andrajosos, que padecen enfermedades, miserias y hambre... Hay regiones en que los niños revelan un doble empobrecimiento, físico e intelectual, que debiera preocuparnos seriamente. Mientras tanto - ¡tremenda ironía!-, hemos asistido a los homenajes reiterados que se le hicieron a Sarmiento. Aquel espíritu amplio quería que progresara el país desde su niñez a pasos de gigante, y hoy parece que se quisiera limitar el ritmo de la vida argentina, caminando con paso vacilante e inseguro.
Hay que pensar lejos, para cuando uno mismo ya no pueda presenciar las obras que inicia... hay que mirar a la Nación más con los ojos del porvenir que del presente.
Mucha gente se sorprende de que a mi edad, cuando tendría derecho al reposo, me entregue a una tarea permanente, con todas las fatigas y amarguras que ella suele traer.
Pero, es que me sostiene un optimismo invariable, la fe en el pueblo y en la democraciay la convicción profunda del progreso de mi país.... El destino de los pueblos puede ser interrumpido o detenido en su evolución, pero nunca anulado, y la Argentina tiene un gran destino que llenar, al que llegará tanto más pronto cuanto mayor sea el esfuerzo que realicemos... los hombres que actuamos en cada hora...
El doctor Alvear se levanta.
- Continuaremos otro día, amigo periodista - y nos tiende la mano. .
En la sala esperan varios visitantes. Y las figuras del tapiz siguen librando su batalla tenaz, sin pedir tregua. Una batalla de largos años.
Marcelo T. de Alvear.- Argentinos. Acción Cívica, Buenos Aires, 1941, p. 189 a 194.

5-    Guía de estudio:


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