lunes, 6 de abril de 2015

·        La expansión de la educación técnica durante el gobierno peronista  (1943-1955)


La enseñanza técnica adquirió mucha importancia ya que se le dio un rol central en la
“revolución justicialista”. La Educación técnica daba a los estudiantes un futuro trabajo que no solo permitía desarrollar sus inclinaciones personales, sino que servía a las necesidades del estado al promover el desarrollo industrial y la modernización.
La expansión de la educación técnica y la importancia que el peronismo le adjudicó tuvo su reflejo en los cambios de la estructura ministerial, al establecerse un departamento especial para esa modalidad de enseñanza que jerarquizó su estructura administrativa.
El Decreto Nº 17854 del 6 de julio de 1944, creó la Dirección Especial de Enseñanza
Técnica, con el objeto de dirigir, administrar y someter a inspección todos los establecimientos de enseñanza técnica que hasta la fecha dependían de la Inspección
General de Enseñanza y elaborar los planes de enseñanza de la modalidad.
Dependerían de esa Dirección las escuelas industriales, las escuelas de técnicos de oficios, de artes y oficios, profesionales para mujeres, las escuelas normales de adaptación regional, y los establecimientos incorporados a cualquiera de aquellos.
La sección Educación del Primer Plan Quinquenal de 1947 indicaba los esfuerzos en reorganizar el sistema, estableciendo la estructura del Consejo Nacional de Educación para coordinar la supervisión de las instituciones educativas a todos los niveles.  Este estadio organizacional también reflejó la intención peronista de centralizar el sistema y ponerlo bajo control del gobierno.
La enseñanza técnica sería gratuita para todo obrero, artesano o empleado que viviera de su trabajo y para los que dependieran de ellos.
El 14 de febrero de 1948, en Acuerdo General de Ministros, se creó la Secretaría de Educación, después de tomadas las providencias que permitieron separar al departamento de Instrucción Pública del entonces Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Sancionada la Constitución de 1949, esta se transformó en Ministerio de Educación por la ley orgánica de los Ministerios.En el primer gobierno peronista encontramos las mayores modificaciones en la educación. El plan propuesto por Gache Piran y su secretario Jorge Pedro Arizaga intentaba en un principio democratizar la enseñanza, que pueda llegar a todos los habitantes de la nación tratando de integrar dentro de la escuela no solo los contenidos intelectuales tradicionales sino también trabajos manuales o de oficios.
El plan diseñado incluía una enseñanza primaria que era constituida por tres ciclos de los cuales el segundo (de 6 a 11 años de edad) y el tercero (de 12 a 14 años de edad) eran obligatorios e incluían una capacitación para el aprendizaje de oficios. Al mismo tiempo seguían existiendo los bachilleratos que eran gratuitos solamente si el ingresante a ellos podia justificar su imposibilidad de pagarlo. El desempeño en estos era el condicionante del ingreso a las universidades que de acuerdo a la reforma la educación en ellas seria gratuita. Perón inició su gobierno con las universidades intervenidas. Durante ese año por renuncias o cesantías se fueron el 70 % de los docentes y un tercio de los profesores universitarios. La reforma constitucional de 1949 dispuso que "Las universidades tienen el derecho de gobernarse con autonomía, dentro de los límites establecidos por una ley especial que reglamentará su organización y funcionamiento"11 pero continuó vigente una ley para regir el gobierno de las universidades, que las convertía en una dependencia del Poder Ejecutivo.
Se establece la enseñanza preescolar capacitando maestros especializados, se construyen jardines de infantes y se organizan las colonias de vacaciones Se implementa la enseñanza nocturna para completar la primaria y la secundaria en adultos. El número de inscriptos en las escuelas primarias y secundarias crece considerablemente. Se produjo el acceso a la educación secundaria de la mayor parte de los hijos de clase media y de la clase trabajadora, especialmente en la enseñanza comercial y técnica.
En Buenos Aires se construyó el edificio de la nueva Facultad de Derecho y se crearon las de Arquitectura y de Odontología así como la universidad obrera, luego llamada Universidad Tecnológica, además de remodelar sedes en el interior del país. Se estableció por la gratuidad de la enseñanza y se implemento un plan de becas para los estudiantes de bajo recursos, y ello fue un factor que se triplicara el número de alumnos. se reglamento las olimpiadas universitarias Se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC) antecedente inmediato del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
En 1952 estas escuelas técnicas son reorganizadas en base a un ciclo básico común.
Para promover el crecimiento en ciertas zonas del interior se crearon 50 misiones monotécnicas, a las que se ingresaba con cuatro grado del nivel primario.
En el área de la CNAOP, además de escuelas industriales, se crean también escuelas fábricas y colonias escuela. El perfil del alumno es aquí el del aprendiz, es decir, un trabajador- alumno al que se debe educar. Los establecimientos eran dotados de maquinaria moderna. Los alumnos disponían de acceso a becas, y los libros y útiles eran gratuitos.
La cima de este sistema de educación para el trabajo, no convergía en la tradicional carrera de ingeniería de las universidades nacionales, con las que el gobierno peronista siempre estuvo en potencial conflicto. En 1953 comenzó a funcionar la Universidad Obrera Nacional, a la que accedían los técnicos de fábrica egresados de las escuelas de la CNAOP, y de las escuelas industriales. Tenía horario vespertino, dado que se proponía formar ingenieros de origen obrero. Su organización se diagramó por regiones, de modo que abarcaba todo el país. Y su rectos, era designado por el ejecutivo. Pero tenía que reunir un requisito fundamental: ser egresado de la Escuela Superior Sindical de la CGT. De modo que el carácter de conquista obrera de la UON, es incontrastable.



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Educación religiosa y Escuelas privadas

Los movimientos políticos católicos venían en auge desde la década del 30. Podemos diferenciar, durante el peronismo, dos tendencias internas: los nacionalistas y los liberales. Los primeros pretendían la imposición de la religión católica a partir del control del sistema público de educación. Los democráticos en cambio son menos pretenciosos en sus aspiraciones, y vuelcan sus reivindicaciones en el reconocimiento y apoyo a los colegios privados católicos.
En 1943, un decreto del Presidente Ramírez impuso la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas públicas. Este decreto fue ratificado por una ley del Congreso en 1947. Este parecería ser el mayor logro del sector nacionalista católico.
Pero esta ley forma parte de un conjunto de medidas. Al mismo tiempo se creó la Dirección General de Enseñanza Religiosa, que pone la misma bajo control gubernamental, restando poder a la Iglesia. También se estableció un régimen de adscripción/ incorporación de los colegio privados (incluidos los católicos). Se dictó una ley que extienden los beneficios laborales y previsionales a los docentes de estos establecimientos, y se creó un sistema de subsidios estatales para aquellas instituciones particulares que no pudieran cumplir con tales beneficios a los trabajadores de la educación. Esto último es un logro que beneficia a los católicos democráticos.
Educación religiosa obligatoria, reconocimiento y subsidio de colegios, y régimen de trabajo docente en éstos forman parte de un complejo juego de pinzas por el que el Estado, a la vez que concede espacios a la iglesia católica, le impone controles y restricciones que la neutralizan.
Había en el fondo, una puja por la primacía en las creencias populares. La Fundación Eva Perón, a través de su obra social, supera ampliamente la acción caritativa eclesiástica. Este enfrentamiento recrudece aún más durante el segundo gobierno peronista, en que la ritualización de la propaganda oficial y la tendencia a “santificar” la figura de Evita, aparece para los católicos como una suerte de culto pagano herético, que precipita el enfrentamiento.
El conflicto político con la iglesia se transforma en ruptura en 1954/5. Se deroga la ley de enseñanza religiosa en escuelas públicas. Se dicta la ley de Divorcio. Se le retiran las exenciones impositivas. La iglesia pasa abiertamente a la oposición. Y no será por vías democráticas que esa oposición, un año más tarde, logre deshacerse del peronismo.

7.      Guía de estudio:



Sistema Educativo (1930 -1945)

 

En los años treinta, la crisis económica y política permaneció en el país. La primera duraría poco. La segunda,en cambio,  abrió una etapa en la que se sucedieron los golpes militares y “revoluciones” que pusieron entre paréntesis el consenso liberal.

La crisis económica mundial, el ascenso de los movimientos ideológicos totalitarios en Europa, repercutieron en la vida política en Argentina, conectándose con las tradiciones locales. Crecientemente, los espacios educativos y culturales se dividieron a raíz de la lucha política.

Distintos sectores intentaron reformar el modelo educativo en concordancia con sus perspectivas ideológicas. Las corrientes nacionalistas, liberales y de izquierda lucharon a raíz del contenido otorgado a los planes educativos, los métodos pedagógicos y la formación docente. Pero fueron los sectores nacionalistas quienes predominaron en la conducción de la educación.

Estos grupos proponían una organización corporativa de la sociedad, se oponían a la democracia y creían que la solución a la crisis radicaba en un orden asentado en las instituciones tradicionales –la nación, la familia y las agrupaciones profesionales- y en una sociedad jerárquica. En consonancia, la reforma de la educación tuvo un lugar destacado en el intento nacionalista de reformular la sociedad argentina.


El intento de desterrar el laicismo y promover una educación religiosa fue uno de los ejes de la política y de las luchas educativas de este período. La celebración del Congreso Eucarístico (1934) en Buenos Aires contribuyó a reposicionar a la Iglesia en la escena política nacional, en un contexto político en el cual los grupos nacionalistas proponían que el país regresase a las tradiciones hispánicas y jerárquicas de la sociedad colonial.

La dirección del Consejo Nacional de Educación recayó en hombres vinculados en un principio a la corriente espiritualista, quienes sostenían la importancia de crear una escuela que no sólo preparara para la vida práctica, sino también que apostara por el desarrollo de la esencia espiritual del hombre. Juan B. Terán, presidente del Consejo, fue uno de las personalidades más destacadas en la implementación de esta corriente. Un poco después, Jorge Coll y Gustavo Martínez Zuviría fueron quienes dirigieron la política educativa, figuras claramente ubicadas en filas católicas y nacionalistas.

La orientación de la enseñanza se tornó nacionalista, patriótica y moralizante en un grado que no había adquirido anteriormente. Dada esta orientación nacional, la educación debía plasmarse en el desarrollo espiritual de los niños y en la educación de utilidad práctica. Renegándose de lo que se llamaba el “academicismo de la cultura enciclopédica”, se propuso una educación donde la escuela era vista como centro de trabajo intelectual y vital.

Las ideas de los sectores nacionalistas le imprimieron un signo propio a las políticas educativas que derivaron en una reforma de los planes de estudios (1935) y una nueva reglamentación para el uso y selección de los libros de lectura y de texto (1933). La intención de reglamentar y regularizar bajo nuevos parámetros la educación, se expresó, también, en un proyecto para unificar las escuelas de todo el país bajo la autoridad del Consejo Nacional de Educación que, finalmente, no prosperó.

Así, el triunfo de estos grupos produjo un quiebre en las políticas educativas, por lo que se atacaron las bases de la educación laica, se intervinieron las Universidades y el Consejo Nacional de Educación y se persiguió a maestros y profesores por sus posiciones políticas.


            Con el agotamiento del positivismo surgió el espiritualismo que apuntaba a una educación integral: cuerpo, mente y alma. De esta forma, la escuela tradicional comenzó a perder espacio y ese lugar fue ocupado por la denominada “Escuela Nueva”, que se encargaría de centralizar la educación en el alumno y en el rescate de las posibilidades con las que cuenta él mismo para “el hacer”.

La pedagogía innovadora comenzó a contar con nombres propios como José Rezzano, que influenciado por John Dewey, coloca en debate la concepción de una educación integral formando ciudadanos para el mercado laboral, Clotilde Guillén de Rezzano, que introduce la pedagogía de Decroly, las hermanas Olga y Leticia Cossettini, Florencia Fossatti, Delia Etcheverry, Aníbal Ponce y el uruguayo Jesualdo, entre otros.

Las ideas de renovación que circularon por las aulas, se vieron siempre acompañadas de ritos escolares como por ejemplo las marchas militares, los desfiles escolares y la veneración a los héroes nacionales entre otros, buscando de esa forma la educación del nuevo ciudadano.

La vida en las escuelas no fue ajena al clima político del país. A partir de los años treinta, convivió en las aulas una tendencia a la experimentación pedagógica con otra corriente de cuño autoritario. La vida cotidiana de maestros y alumnos se debió ubicar en algún lugar de estos dos extremos que varió en cada situación específica.



Por un lado, las corrientes de la escuela nueva apelaban a la libertad y la iniciativa de niños y docentes en el proceso educativo. Por otro, la crisis del sistema político y el nacionalismo condujeron a dar un nuevo sentido a la regulación y el orden de la actividad escolar.

La persecución de maestros por su filiación política estuvo acompañada de un control incisivo sobre la actividad cotidiana de los maestros. Esto significó una mayor normalización de la práctica docente, un reforzamiento de las reglamentaciones que pautaban la vida escolar, y un mayor control directo de las jerarquías educativas sobre los maestros.



Reportaje de "La Razón" a Alvear - 22 de junio de 1939



... El secretario del doctor Alvear sale a recibirnos y nos pide que aguardemos un
momento. Mientras tanto echamos la mirada a un tapiz. Representa la escena
de una batalla. Un centurión galo parece amenazarnos con la espada. El tapiz, con
sus figuras amarillentas, parece confiar acaso el resultado de la lucha indecisa al filo del "gladium"... Entra el jefe delradicalismo con un "¿Cómo está?" Esa sola frase y un ademán nos llevan a un ángulo y prolongan la conversación. [Periodista] - Después de haber entrevistado los hombres del gobierno, hemos querido ver a los jefes de los partidos...
Nos interesaría, por ejemplo, saber a dónde va el radicalismo.
[Alvear] - ¿Dónde va y qué busca el radicalismo? Se ha dicho con mucha frecuencia, pero coincidiendo siempre: busca la normalización del país y la fraternidad entre todos los argentinos, sobre la base del respeto a la ciudadanía. Pero hay cosas importantes sobre las cuales no se ha hablado bastante: me refiero a la penetración de las ideas totalitarias.
[Periodista] - ¿Considera usted que esa penetración tiene importancia?
[Alvear] - Si: más de lo que la gente cree. Y la culpa d e que esas ideas se difundan, latienen quienes no han sabido ser fieles al espíritu de la democracia; quienes, para permanecer en el gobierno, han hecho caso omiso de la voluntad popular, apelando al fraude... Esto ha suscitado desconfianzas en el ciudadano y lo ha retraído de los comicios...
En muchas partes, como es de pública notoriedad, el pueblo no ha podido votar ni elegir según sus derechos y preferencias. Pareciera que la clase dirigente ha querido imponerle soluciones y esa clase dirigente, no ha encontrado el modo de servir a grandes ideales. De ahí la desconfianza que reina en torno a algunos hombres políticos.
Pero, felizmente, el país posee una auténtica clase media y un pueblo que no ha perdido sus reservas morales. Viajando por las provincias, especialmente por las provincias del
Norte, he visto a esos hombres emponchados del interior, amontonarse en las grandes asambleas populares... Yo tengo confianza en esa fuerza...
Se ha puesto en duda a la democracia, últimamente. Yo no dejo de reconocer que ella tiene sus defectos. Pero considero que ellos son infinitamente menores que los que incuba y sufre cualquier otro sistema. Supongamos que Hitler y Mussolini tomarán un camino extraviado y anormal –que para mí ya están en él-- ¿quién podría detener el frenesí de su poder desatado y las arbitrariedades que cometiesen en el ejercicio sin freno de su voluntad? En cambio ahí está el ejemplo en Francia. Hace algún tiempo se temió que en Francia pudiera imponerse el comunismo. Banderas rojas, huelgas,agitaciones, contribuían a formar un cuadro bastante inquietante. ¿Y qué hizo Francia?
¿Recurrió a la revolución o a la dictadura? Le bastó un voto del Parlamento y un cambio de gabinete. Eso es la democracia y por eso yo creo en ella.
El mal nuestro radica, a mi juicio, en que nuestros hombres en general, no miran sino el presente. Han perdido la noción del mañana; dan la sensación de estar de paso... Ese estado de espíritu impide pensar en el futuro. El que proyecta una obra pública, quiere inaugurarla él mismo, como si las obras públicas fueran destinadas a servir sólo a la generación en que se actúa. Pero quiero recordar el pensamiento de un escritor célebre: "el tiempo sólo respeta la obra que se hace con su concurso".Recordemos a Rivadavia,
Sarmiento y Avellaneda: tres soñadores a quienes llamaron ilusos sus contemporáneos, pero cuyos sueños resultaron más realidad que la que concibieron los positivistas que los combatieron... Esos hombres pensaban por encima de su generación. Miraban hacia la eternidad de la patria. Se diría que el país ha ido perdiendo grandeza a medida que ha ido creciendo. Se ha achicado racialmente, espiritualmente y también desde el punto de vista político. Racialmente, porque asistimos a un problema antes desconocido: el de la denatalidad y la despoblación que se acentúa. Espiritualmente, porque pareciera que ya no pensamos con amplitud, con generosidad. Políticamente, porque sólo se piensa en el poder y no en la utilización del mismo para servir a los intereses generales. Así vemos limitar la entrada al país de los inmigrantes extranjeros. Una gran parte de nuestros hombres políticos destacados fueron o son hijos de inmigrantes en primera generación. Esos extranjeros se han adaptado al país y lo han enriquecido. Pero ahora, como se piensa en pequeño, las puertas se cierran. Pero tampoco realizamos lo suficiente para el hijo de la tierra. En mis viajes a través de la República he visto niños descalzos, andrajosos, que padecen enfermedades, miserias y hambre... Hay regiones en que los niños revelan un doble empobrecimiento, físico e intelectual, que debiera preocuparnos seriamente. Mientras tanto - ¡tremenda ironía!-, hemos asistido a los homenajes reiterados que se le hicieron a Sarmiento. Aquel espíritu amplio quería que progresara el país desde su niñez a pasos de gigante, y hoy parece que se quisiera limitar el ritmo de la vida argentina, caminando con paso vacilante e inseguro.
Hay que pensar lejos, para cuando uno mismo ya no pueda presenciar las obras que inicia... hay que mirar a la Nación más con los ojos del porvenir que del presente.
Mucha gente se sorprende de que a mi edad, cuando tendría derecho al reposo, me entregue a una tarea permanente, con todas las fatigas y amarguras que ella suele traer.
Pero, es que me sostiene un optimismo invariable, la fe en el pueblo y en la democraciay la convicción profunda del progreso de mi país.... El destino de los pueblos puede ser interrumpido o detenido en su evolución, pero nunca anulado, y la Argentina tiene un gran destino que llenar, al que llegará tanto más pronto cuanto mayor sea el esfuerzo que realicemos... los hombres que actuamos en cada hora...
El doctor Alvear se levanta.
- Continuaremos otro día, amigo periodista - y nos tiende la mano. .
En la sala esperan varios visitantes. Y las figuras del tapiz siguen librando su batalla tenaz, sin pedir tregua. Una batalla de largos años.
Marcelo T. de Alvear.- Argentinos. Acción Cívica, Buenos Aires, 1941, p. 189 a 194.

5-    Guía de estudio: