viernes, 3 de abril de 2015

Ideas pedagógicas entre 1810 y 1850

Hacia el  siglo XIX, las ideas innovadoras recibidas de Europa por los hombres de Mayo permitieron que  se aplicaran en la educación.
La educación se centró en un aprendizaje positivista y en el conocimiento de las nociones básicas de matemática y lengua. En las aulas argentinas, a partir de la segunda década del siglo XIX, se implantó el Método Lancasteriano, que contaba con una experiencia exitosa en Londres.
La carencia de contar con una estabilidad política, no posibilitó la implementación del sistema educativo nacional, para esto veremos más adelante que la sanción de la Constitución, es la herramienta más valedera en la concreción de este ideal.
Los términos como igualdad, justicia, política y utilidad se apreciaban en los discursos de los revolucionarios.

·     El ideal de ilustrar al ciudadano era uno de los objetivos en el que se centraba el discurso de los hombres revolucionarios de las primeras décadas del siglo XIX. Durante este tiempo se pensó en la necesidad de crear una escuela que formará hombres preparados para el mundo del trabajo, buscando de esa forma destacar la importancia que tenía para la época la educación utilitaria.
Ya avanzado el siglo XIX, la aparición de Domingo Faustino Sarmiento con la fundación del primer Colegio para Niñas de San Juan (1839) y de Marcos Sastre con su Anagnosia (1849) marcan las actividades desarrolladas por el movimiento del romanticismo en la educación argentina.
El método de enseñanza implementado durante el gobierno de Rivadavia en todas las escuelas, trasladado de Londres,  consistía en la transmisión del conocimiento por medio de la división de la clase colocando al frente a un joven de superior habilidad con el nombre de Monitor y bajo la inmediata inspección del Maestro. El objetivo que persiguió la implementación de este sistema fue la llegada masiva de la educación a la sociedad. Lamentablemente su objetivo no se cumplió.
Los libros escolares que circularon en las aulas se centraron en las cartillas, los abecedarios y las doctrinas políticas, marcando normas de cortesía, urbanidad y civilización.

·        Labor Educativa de la Asamblea del año XIII

El proceso revolucionario iniciado en 1810 continuó a lo largo de una década con diversos intentos para consolidar una organización política del territorio. La Asamblea General convocada por el segundo Triunvirato constituyó otro intento para construir las bases constitucionales y legislativas sobre las cuales se elevaría un poder central. En un escenario político complejo la Asamblea inició sus sesiones el 31 de enero y continuó hasta octubre del mismo año. Durante ese tiempo se sancionaron leyes trascendentales para la vida política, social y económica de las Provincias Unidas del Sud.
Respecto de la educación la Asamblea General resuelve la prohibición de los azotes y castigos corporales en las escuelas públicas y privadas. La sanción de esta ley tiene sus antecedentes en el Reglamento para las escuelas elaborado por Manuel Belgrano y presentado a la Asamblea en mayo de 1813.
La abolición total de los castigos corporales intentó promover un cambio entorno a la vida cotidiana de las escuelas donde esa práctica era la forma habitual de la disciplina escolar impartida por aquellos que ocupaban el papel de maestros y promover otras formas de autoridad como sostuvo Manuel Belgrano en el artículo 18:
"El Maestro procurará con su conducta y en toda sus expresiones y modos inspirar á sus Alumnos, amor al orden, respeto a la Religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la verdad y a las Ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión, y luxo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional, que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano, que la de Extranjero".

·        Mariano Moreno – Sobre la libertad de escribir

El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la Gaceta de Buenos Aires y con ella inició su actividad periodística.
Al igual que Castelli, Monteagudo, Alberti y Belgrano, entendía la importancia de la prensa en la difusión de las ideas. En el primer número expresó que los objetivos del periódico -de frecuencia semanal- era mantener informada a la población rioplatense acerca de los acontecimientos externos e internos
Moreno defendió la libertad de expresión y el derecho de la población al acceso a la información pública. Escribió: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos”.
La Gaceta se distribuyó en Buenos Aires y en “las provincias”, porque era importante que sus habitantes estuvieran al tanto de las noticias prósperas y adversas y era una forma de consolidar la unión con ellas bajo el nuevo sistema.
Moreno propagó el pensamiento de intelectuales del “Siglo de las luces” como Rousseau; tradujo del francés su libro “El contrato social”, lo publicó y lo calificó como “catecismo de los pueblos libres”. Pensaba que ya era “tiempo de que salgan a la luz las virtudes (de los americanos) que el despotismo ocultaba en la oscuridad”, por eso publicó sus ideas. Creía, además, que la lucha por la independencia era una causa de todos los americanos.
Luego de la muerte de Moreno, La Gaceta continuó publicándose hasta el año 1821. En 1938, el Primer Congreso Nacional de Periodistas reunido en Córdoba, instauró el 7 de junio como "Día del Periodista" conmemorando la aparición del primer periódico de ideas patrióticas.

·         Fundación de la Biblioteca Pública La Gaceta de Buenos Aires. 13 de septiembre de 1810
Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas; y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos: asustadas las Musas con el horror de los combates huyen a regiones más tranquilas, e insensibles los hombres a todo lo que no sea desolación y estrépito, descuidan aquellos establecimientos, que en tiempos felices se fundaron para cultivo de las ciencias y de las artes.
Buenos Aires se halla amenazado de tan terrible suerte; y cuatro años de glorias han minado sordamente la ilustración y virtudes que las produjeron. La necesidad hizo destinar provisionalmente el Colegio de San Carlos para cuartel de tropas; los jóvenes empezaron a gustar una libertad tanto más peligrosa, cuanto más agradable; y atraídos por el brillo de las armas, que habían producido nuestras glorias, quisieron ser militares antes de prepararse a ser hombres. Todos han visto con dolor destruirse aquellos establecimientos de que únicamente podía esperarse la educación de nuestros jóvenes, y los buenos patriotas lamentaban en secreto el abandono del Gobierno, o más bien su política destructora, que miraba como un mal de peligrosas consecuencias la ilustración de este pueblo.
La Junta se ve reducida a la triste necesidad de criarlo todo; y aunque las graves atenciones que la agobian no le dejan todo el tiempo que deseara consagrar a tan importante objeto, llamará en su socorro a los hombres sabios y patriotas, que reglando un nuevo establecimiento de estudios, adecuado a nuestras circunstancias, formen el plantel que produzca algún día hombres que sean el honor y gloria de su patria.
Ha resuelto la Junta formar una biblioteca pública, en que se facilite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos.
Las naciones verdaderamente ilustradas se propusieron y lograron frutos muy diferentes de sus bibliotecas públicas. La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento, y esperando que los buenos patriotas propenderán a que se realice un pensamiento de tanta utilidad, abre una suscripción patriótica para los gastos de estantes y demás costos inevitables, la cual se recibirá en la Secretaría de Gobierno; nombrando desde ahora por bibliotecarios al doctor don Saturnino Segurola y al Reverendo Padre Fray Cayetano Rodríguez, que se han prestado gustosos a dar esta nueva prueba de su patriotismo y amor al bien público; y nombra igualmente por protector de dicha Biblioteca al Secretario de Gobierno doctor don Mariano Moreno, confiriéndole todas las facultades para presidir a dicho establecimiento, y entender en todos los incidentes que ofreciese
2-     Guía de estudio: